Lan Ong es la calle de la medicina tradicional en Hanói, la capital de Vietnam. Allí, parte de la clase alta de su población tiene una arraigada creencia, vinculada al estatus: consumir un mejunje elaborado con polvo de cuerno de rinoceronte y agua o vino.
“Hay una asociación muy fuerte del polvo de cuerno de rinoceronte como símbolo de riqueza; los principales usuarios tienden a ser hombres mayores de 40 años, y comprarlo y consumirlo reafirma su estatus social y fortalece los lazos con sus pares”, explica a BBCMundo Tom Milliken, experto en rinocerontes y elefantes de Traffic, el programa del Fondo Mundial para la Naturaleza que monitorea y analiza el comercio de fauna y flora silvestre.
Por estatus también los usan en África del Norte y Oriente Medio. Le arrancan el cuerno de la cara al rinoceronte para usarlo como empuñadura para dagas decorativas. Si no es acribillado, el animal agoniza horas antes de morir.
Otros, en cambio, se aferran a sus supuestas propiedades medicinales que datan de hace más de 1.800 años, cuando en China se prescribía para curar afecciones del hígado o bajar la fiebre. Desde mediados de la primera década de este siglo, en cambio, se lo promociona como cura para el cáncer. “Para las etapas dos y tres tiene una tasa de éxito de entre 85 y 90 %”, le aseguraba uno de sus vendedores a la periodista de la BBC Sue Lloyd Roberts, en Lan Ong.
Creencias como estas han mermado y, en algunos casos, acabado con los rinocerontes, de los que existen cinco especies –divididas en varias subespecies genéticas– en el mundo. Se distribuyen en dos grupos: los africanos, que incluyen a los rinocerontes negros y blancos; y los asiáticos, con las especies de la India, Sumatra y Java.
Del de la India, que junto al de Java son los de un solo cuerno, quedarían unos 3.300. En Vietnam, el de Java se extinguió en el 2010. Quedan solo 50 en Indonesia. En el 2011, una subespecie del rinoceronte negro de África occidental también se extinguió y el rinoceronte blanco del norte (Ceratotherium simum cottoni) va por ese camino. Por la caza ilegal en África ya se extinguió de su hábitat y en cautiverio hay solo cinco.
Los cazadores los matan para obtener sus cuernos que venden al primer intermediario en unos $ 8.000 el kilo, según la ONG Lewa Wildlife Conservancy. Luego, el kilo supera los $ 50.000 (más caro que el kilo de oro: $ 40.000) e incluso solo un cuerno puede venderse por más de medio millón de dólares en Asia, según el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU.
El domingo pasado, el rinoceronte blanco del norte perdió a uno de sus últimos ejemplares. Se llamaba Angalifu y murió a los 44 años por causas naturales en el zoológico de San Diego, en EE.UU. Era el último macho con semen apto para la reproducción natural.
Los restantes rinocerontes blancos del norte son Nola, una hembra que vive en el zoo de San Diego y que no logró aparearse con Angalifu; Najin y Nabire, otras dos hembras que viven en el zoológico Dvur Kralove de la República Checa. También está Fatu, hija de Najin, la más joven del grupo y que vive en Ol Pejeta, en Kenia, junto con Sudan. Este es el último macho que queda y que no ha vuelto a ser padre desde Nabire (1983) y Najin (1989).
La esperanza la habían depositado en Suni, el primero de la subespecie nacido en cautiverio y último capaz de reproducirse biológicamente. Suni nació en 1980 en Dvur Kralove, pero falleció por vejez en Ol Pejeta en octubre pasado. Tenía 34 años.
Dvur Kralove es el único zoológico del mundo que logró reproducciones en cautiverio con los nacimientos de Suni, Nabire, Najin y Fatu. Como se conserva el semen de Suni y Sudan, ahora los esfuerzos por recuperar a la subespecie se enfocarán en la fertilización in vitro con un rinoceronte blanco hembra del sur como madre sustituta.
Stop Rhino Poaching, ONG que sensibiliza contra la caza furtiva de rinocerontes, estima que solo en noviembre pasado murieron 1.020, 129 más que en el mismo mes del 2013.
Fuente: www.eluniverso.com
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